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Alfonso Herrán

El escenario de la Copa enmudece

Por el escenario de la próxima Copa pasó un ciclón para acallar recientes titubeos: el Real Madrid había palidecido en sus dos últimas visitas a Vizcaya (hace dos años ganó por el ya célebre tapón ilegal de Hervelle en La Casilla y el pasado curso cayó con todas las de la ley en el BEC por su falta de carácter ante el espíritu vasco), pero ayer quiso exhibirse en la pasarela que abrirá sus brazos en febrero a los ocho mejores de la ACB en busca del segundo título del año. Fue una tarde de Halloween, de pesadilla para un proyecto como el del Bilbao Basket que empieza a sentir el pavor en sus huesos.

El contraste lo marcaron un par de jugadores. Se supone que por fin sería la tarde de Moiso, al que ya le pitan los oídos por su apatía. El francés jugaba ante el Madrid, el equipo que lo trajo a España en aquel playoff del 2007 para ganar la Liga. Encima, le iba a ver todo el país a través de La2. Pues nada, que se metió en las cuatro líneas con su cara de despistado, mascando chicle y pensando en otra cosa. Enfrente pudo ver a un Velickovic casi diez años más joven que abrió bocas de sorpresa en un escenario enmudecido por el castigo.