Lewis Hamilton me parece un piloto excepcional. No descubro nada nuevo diciendo esto, porque resulta bastante evidente a la vista de su palmarés en la Fórmula 1. Sin embargo, lo que no entiendo es por qué el piloto de McLaren tiene esa tendencia ya verificada de meterse en charcos fangosos de forma innecesaria. Por supuesto que todos tenemos derecho a opinar, siempre que sea de forma respetuosa, sobre lo que nos venga en gana, pero cuando se ocupa un lugar de privilegio en el púlpito de las personalidades públicas, conviene tener cuidado con lo que se dice y con cómo se dice... o arriesgarte a que las interpretaciones sean de lo más variadas. A Hamilton, parece, no le convence eso de que Alonso pueda tener más de un sueño, que estuviera entusiasmado cuando llegó a McLaren tanto como lo está ahora con su fichaje por Ferrari. Pues no sé muy bien por dónde van los tiros, porque si, sí que es posible tener más de un sueño.

No sé si el campeón británico saldrá algún día de McLaren, es muy posible que sí. Y quizá entonces lo que ahora afirma con tanta seguridad deje de tener sentido. En esta vida ser excluyente suele acarrear más inconvenientes que ventajas. Me parece estupendo que Alonso ambicionase ser piloto de McLaren y ahora de Ferrari, porque para algo son dos de las escuderías más míticas de la Fórmula 1. Cantaría un poco si dijera "desde pequeñito siempre quise ser piloto de Force India" (entre otras cosas porque la escudería no existía...). A mí me encantaría tener un Ferrari pero también un Porsche; conduzco una Harley, pero tampoco me importaría sacar los domingos a pasear una Ducati; me fascina Australia, casi tanto como Estados Unidos; y si me llamaran para quedar el mismo día (sigamos hablando de sueños, ya que es gratis) pues no sabría si dar plantón a Angelina Jolie o a Scarlett Johansson. En resumen, que Hamilton está más guapo calladito y conduciendo, que es lo que hace excepcionalmente bien...