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Los pellizcos de monja de Llorente

Hace un tiempo que veo a Llorente un poco Rey Sol. Se ha autoconvencido que su experiencia es un grado y que no tiene tiempo que perder para convencer al de enfrente. Aplica su decisión y el otro la acata y punto. Le entiendo. Tiene mucho trabajo y poco tiempo para debatir. He de decir, ante todo, que es de los poquísimos a los que se podía acudir en una situación como la del Valencia. Y pongo por delante mi confianza en su capacidad, dedicación laboral e implicación. Pero que no se crea el ombligo del mundo. Aún podía seguir presidiendo el Pamesa si no fuera porque Javier Gómez, cuando los deudores del club apretaban, sacaba la carpeta azul del concurso de acreedores, como aviso de que, si asfixiaban, se iba al juzgado a la suspensión de pagos.

Esto era bueno para el club: 50% rebaja de la deuda y ocho años para pagar. Y malo para Bancaja, para la UTE, para Banco Valencia-Eugenio Calabuig... Por eso el poder económico acudió a Llorente. Javier Gómez era incontrolable. Se ponía las orejeras y sólo veía el interés del club. Llorente tampoco vendió a los cracks como el banco esperaba. Es justo reconocerlo. Pero, por favor, Manolo, baja un poquito de tu pedestal y toca tierra. Me da la sensación que ya no te hace falta ni Director Deportivo para opinar de fútbol. Deja a los del fútbol que opinen del fútbol. Si tienes que regañar a Unai hazlo en privado y, si confías en él, demuéstralo con hechos. Darle pellizcos de monja en la prensa y luego pedirle disculpas en privado es de principiante, aunque se agradezca el gesto.