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Ghiggia, todo un personaje

Vi el Uruguay-Argentina. ¡Vaya bodrio! Faltas, marrullerías, pelotazos Ni una jugada de calidad, ninguna fantasía ni genialidad. Yo recordaba a Di Stéfano y Walter Gómez; a Labruna y Schiaffino; a Rossi y Varela; a Boyé y Ghiggia y brillaban en los partidos más complicados. ¿Era otro fútbol? Sí, mucho más divertido que el actual. Vi jugar a todos menos a Ghiggia, el que silenció Maracaná. Cincuenta años después, tuve la oportunidad de cenar con varios supervivientes del Maracanazo y sus mujeres. La de Ghiggia sorprendía por parecer la nieta de todas las demás. Me brindó la oportunidad el historiador del fútbol uruguayo Atilio Garrido. La sobremesa se prolongó hasta las cuatro de la madrugada. Se habló del Mundial del 50, pero también Máspoli, Tejera, González, Schiaffino y, sobre todo, Ghiggia, trazaron pinceladas de su historia.

Comenzó su carrera en el Sudamérica y emigró al Atlanta donde actuó junto a Pedernera. En 1947 fichó por Peñarol formando en la mejor delantera aurinegra de la historia con Hohberg, Míguez, Schiaffino y Vidal. Cuando el año 1953 agredió a un árbitro, y fue largo tiempo suspendido, emigró a Italia. Estuvo ocho temporadas en el Roma y antes de volver a Uruguay jugó otra en el Milán. Ya en casa actuó tres temporadas para Danubio y finalizó en el Sudamérica, su primer club, a los 42 años. Había vestido 12 veces la celeste y 5 la azzurra.