Un fiasco impropio de la Fórmula 1

Lo del KERS ha sido visto y no visto. ¡Menudo fiasco! Lo que se presentó como la gran revolución tecnológica se ha quedado en un experimento con gaseosa, mal concebido desde su génesis y, por lo tanto, completamente inviable. Las escuderías han tirado a la papelera cientos de millones de euros, precisamente en los tiempos que corren... Podríamos echarle la culpa, como de casi todo, a Max Mosley, pero en esta ocasión me parece que es un patinazo tan monumental que alguien más debería haber tenido la capacidad de pronosticar semejante catástrofe y haber intentado impedirla.

Me convencía que los grandes premios se tiñeran de verde en su apuesta por la ecología, por las energías alternativas. Pero más allá de la validez técnica de la propuesta del KERS, lo evidente es que llegaba en el momento más inoportuno de los últimos tiempos. Se sabía que era un invento complicado y, como tal, muy costoso, así que todavía hoy sigo sin entender cómo se siguió adelante con su implantación cuando ya se atisbaba sin dudas una crisis económica mundial de magnitud extraordinaria. Supongo que por soberbia y tozudez de sus promotores. Pues así ha ido...