Llorente: el cirujano de urgencias
Es su segunda etapa, pero vuelve con un club afectado de un tumor económico, pero poblado de grandes jugadores. Llorente fue el ejecutivo sobre el que el Valencia edificó su edad de oro entre 1999 y 2004. Dos Ligas, Copa del Rey, Copa UEFA, Supercopa de Europa, de España y dos finales de Champions. Todo en cinco años y teniendo que vender estrellas para cuadrar números: Mendieta, Piojo, Gerard y Farinós. Su poder (ganado a base de resultados) era tan enorme que enseguida se granjeó los celos del nuevo dueño del club en 2004: Juan Soler. A los dos años fue despedido y se entretuvo en el Pamesa Basket por hacerle un favor a su amigo Juan Roig. Ahora ha vuelto elegido, como cirujano de urgencias, por el poder fáctico: el político (PP) y el económico (Bancaja). Lógicamente le han ayudado en su inicio, librándole de Soler y auxiliándole con 74 millones de un total de 92 de la ampliación de capital. Sólo así se entiende que un club en situación de suspensión de pagos no vendiera a Villa, Silva y Mata.
Eso es lo que queda para la afición. Pero el problema está en el corazón. Llorente se enfrenta a 547 millones de deuda, a unas pérdidas anuales de 40 y a la necesidad de 200 más para acabar el nuevo estadio. Y sobre todo a que el Valencia vuelva por donde solía: jugar Champions e incordiar a Madrid y Barca, pegando zarpazo al menor descuido de ellos. Es la cuadratura del círculo. Y todo cuando no se vende ni una habitación y lo que tiene el club para aliviar su cáncer económico son solares para hacer pisos en el viejo Mestalla y oficinas y hotel en una torre junto al nuevo estadio. Tiene una papeleta por delante, pero cuenta con su experiencia de 11 años en el club y con la comprensión de un valencianismo fiel a su equipo.