Pitarch creó esta crisis al no venderles
Porcentaje aproximado de culpa de Abel en este desastre: 10%. De los jugadores: 20%. De Pitarch: 70%. De los dirigentes: 100% por renovar a un director deportivo que no lo merecía y dar el visto bueno a las operaciones que desembocaron en esta plantilla corta, descompensada y plagada de futbolistas conscientes de que se les intentó vender y ahora pasan factura. A la cabeza de los rebeldes, Maxi, como cualquiera podía imaginar después de su choque frontal con el técnico el curso pasado, y de lugarteniente Reyes, como cualquiera podía imaginar después de... bueno, de saber que es Reyes. En pretemporada, Abel, que había limpiado el vestuario echando a Seitaridis y Maniche, sólo dio dos nombres que no quería que siguieran bajo ningún concepto. ¿Adivinan cuáles? Exacto. Pero Pitarch no logró colocarles, originando dos problemas gravísimos: no obtuvo dinero para reforzar la plantilla y garantizó un incendio en el vestuario. De aquellos polvos vinieron estos lodos.
Por fortuna para Abel, aún mantiene fieles. No es como el caso de Aguirre, que fue Funteovejuna, todos a una y 0-3 en Huelva en cuanto el mexicano fue despedido. Al de Velada le queda esperanza porque los que de verdad pueden resucitar a este Atleti aún están de su lado. Kun no es hombre de conspiraciones, él lo que quiere es jugar al balón, y Forlán, del que se ha sospechado mucho últimamente, está enfadado, sí, pero con su mala racha, con que nadie nombre al vigente Bota de Oro como candidato al pichichi, con que la falta de creadores le obligue a jugar lejos del área. Con todo eso, pero no con Abel. Ellos dan algo de luz a está crónica de una muerte anunciada que escribió Pitarch en verano.