Alonso pone una venda en la herida

Alonso pone una venda en la herida

La F-1 es, muchas veces, cuestión de detalles. Un mínimo error o un pequeño despiste puede arruinar una carrera. Les pasó a Rosberg y a Vettel, que tenían el podio en la mano y lo perdieron por pequeños deslices. Este negocio trata de ser rápido, consistente y fiable. Alonso no pudo impedir que Glock le adelantase en la primera vuelta y eso, seguramente, le costó el segundo puesto. El resto de su carrera fue impecable. Sacó un rendimiento máximo a un coche inferior a otros. Su podio sirve para tapar la hemorragia de Renault, enfangado en escándalos y malos resultados permanentes. Es obvio que un podio no es una proeza para un bicampeón del mundo pero, al menos, compensa el esfuerzo de 700 trabajadores engullidos por una espiral de penurias. Subir al cajón once meses después tiene un efecto terapéutico para un equipo necesitado de buenas noticias y un lavado de imagen.

En un nuevo despropósito de Ferrari, Alonso demostró por qué le han fichado. McLaren ha evolucionado mejor que ellos y se sitúan a sólo tres puntos de la Scuderia en su intento de caza. Si no fuera por el exceso de agresividad de Hamilton ya estarían por delante, aunque en Singapur Lewis redimió su error de Monza. Es un magnífico piloto y será el gran rival de Alonso en la lucha por los próximos títulos mundiales. En Maranello sólo ambicionan un final digno mientras se vuelcan en el coche que darán a Alonso para intentar recuperar el trono perdido.