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El negocio se impone a la justicia

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En la huida hacia adelante que representan sus últimos meses al frente de la FIA, a Max Mosley le hubiera dado lo mismo, ya que estaba, llevarse por delante también a Renault en el escándalo del pasado GP de Singapur. Parece evidente, y así se recogía ayer de forma casi unánime en la Prensa del mundo entero, que el equipo también debía asumir su parcela de responsabilidad en el despropósito de aquella carrera, sin olvidar por supuesto al cómplice Nelsinho Piquet. Sin embargo, ni la FIA ni Bernie Ecclestone pueden permitirse darle el empujoncito definitivo a Renault para que abandone la competición, así que mejor cargarles el mochuelo completo a Briatore y Symonds, dejando tranquila a una marca que tanto aporta a los negocios de estos señores.

Lo que viene a demostrar, una vez más, que la Fórmula 1 es un cortijo mangoneado por unos cuantos que se pasan por el arco del triunfo la justicia, la honestidad y el respeto hacia los valores del deporte. Mosley tiene lo que quería (a Flavio fuera de las carreras) y Ecclestone también (a Renault en los grandes premios, además de en la GP2 y en las World Series), así que lo demás importa un bledo. En Inglaterra decían ayer, con cierta sorna, que la escudería francesa se ha ahorrado 99 millones de dólares: los cien que pagó McLaren en su sanción por el caso de espionaje menos el millón que, aproximadamente, le costarán los gastos del juicio. No es mal balance después de haber cometido una de las mayores tropelías de la historia de la F-1.