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Un líder atrás y más presión sobre el balón

Abel, discípulo de Sacchi, ha apostado en sus equipos por jugar con la defensa adelantada. O sea, lo que en la época de Menotti se llamó achique de espacios y en otro tiempo jugar al fuera de juego. De lo que se trata es de juntar las líneas y poder apretar al rival más arriba o arrinconarlo en una banda. Esa táctica es muy arriesgada, porque exige tener bien aprendidos todos los mecanismos y muy engranados. En cuando falle uno, todo se puede derrumbar como un castillo de naipes.

Cinco de los once goles recibidos han sido consecuencia de que los centrocampistas no han presionado a los rivales. Es fundamental para que esa táctica surta efecto hacer una gran presión al contrario que tiene el balón y a los que puedan recibir el pase. Tal vez a Abel le ha faltado tiempo para perfeccionar ese sistema, o quizá sea porque carezca de los futbolistas adecuados: un líder atrás que dé el grito (como hacía Baresi en el Milán) y un Rijkaard que muerda en la media.