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El sueño de Saporta y Díaz-Miguel

Nos ha costado 36 años, queridos Antonio y Rai, pero al fin lo hemos logrado. Campeones de Europa. Medalla de oro y explosión de júbilo en Polonia. Aquella plata del Europeo de Barcelona 73 fue el inicio de una nueva etapa para nuestro equipo nacional, el anhelado acceso a la élite. Pero se nos negaba el escalón supremo. Hemos tenido que esperar 36 años, seis platas, seis finales perdidas, para conseguir el título, inscribir el nombre de España en el palmarés de campeones continentales. Ha sido precioso, Antonio, Rai. Victoria rotunda sobre Serbia en la final y juego deslumbrante. Todos perfectos. Desde el benjamín Ricky Rubio al coloso Pau Gasol. Un equipo en plenitud de fuerza, que aún puede darnos muchas alegrías. Y que ha vencido en esta final con el baloncesto más brillante y efectivo que se recuerda de toda esta competición en Polonia.

Imagino que lo habréis visto por algún agujero etéreo. El campeonato empezó con sufrimiento, pero nuestra Selección supo corregir errores, hacer piña y remontar el vuelo, impulsada por sus líderes, Pau Gasol, Juan Carlos Navarro y Rudy Fernández. Lo habréis disfrutado junto a Segura de Luna, Anselmo López, Arturo Imedio y otros directivos que se desvelaron por la Selección. Habréis sonreído con los gritos de Fernando Martín, Enrique Margall, José Luis Sagi-Vela y otros internacionales que abrieron la senda del triunfo. España tiene ahora la doble corona europea y mundial. España es también subcampeona olímpica. Parece un sueño. Y lo es. Vuestro sueño, Antonio, Raimundo. Lo ha materializado un maravilloso grupo de jóvenes que quizá saben poco de vosotros, pero de los que estáis, sin duda, plenamente orgullosos. Antonio, Rai: recoged vuestro sueño.