La pájara de Emery y el filo de Mata
Quienes amenazaban nubarrones sobre Mestalla o huelga involuntaria de ánimo caído en el Tridente del Valencia (Silva, Villa y Mata) de momento no cumplen sus previsiones. En esa bonoloto de cambios que hizo Unai ayer, volvió a ser decisivo uno de los tres estiletes chés más afilados: Mata. Un chaval que ni está triste por no haber fichado por Madrid o Barca, ni está desmotivado porque sea la estrella del fútbol español que menos cobra. La tijera del Valencia le ha cogido a él. En algún momento había que parar la lotería que repartía Juan Soler, que a la mínima regalaba aumentos de salario y planes de jubilación en forma de contratos, pero es muy injusto que el segundo tijeretazo le coja a Mata; el primero fue a Marchena el verano pasado. Por lo demás, otra vez Emery probó una revolución que no le suele conducir a buenas cosas. Diez cambios en el equipo titular son demasiados. El Valencia no está para regalar terreno en Europa.
Uno a uno los once podían ser titulares: César, Bruno, Mathieu, Albelda, Joaquín... El problema es meter a diez nuevos, sin jugar juntos antes, sin que haya conjunción entre ellos. Si los once de ayer jugaran una liga de suplentes los miércoles parecerían otra cosa, pero sacarlos así les crea inseguridad y confusión y proyecta en la afición una imagen de Unai como que no supiera lo que lleva entre manos o sufriera lo que en ciclismo se llama 'pájara'. A pesar de ello, con diez minutos en el campo de Mata y Banega y la intermitencia de Joaquín podría haber bastado para ganar si no es por la desgraciada jugada de Bruno que acabó en la portería de César, que salvó varios balones de gol antes. Es la otra noticia: César transmite seguridad para cuando se le necesite.