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La mejor definición de Reyes

La mejor definición de lo que es José Antonio Reyes, o aún más exactamente, la definición de lo que es Reyes, se la oí hace poco a Alfredo Relaño: se trata de un tipo con un talento inmenso para el fútbol pero empeñado en no ser el jugador que podría ser. Tal cual, eso es lo que se le puede reprochar a Reyes. Y una tarde, la primera, recibirle con cuatro pitos para esquilarle el pelo de la dehesa blanca. A Reyes se le puede dar la silbatina después de un partido si no pone sobre el campo ese talento del que hablamos, pero machacarle desde el calentamiento no tiene pase. Es excesivo, cruel, innecesario y malo para el que lanza la ofensa si lo que quiere es que gane el Aleti. Si el que insulta prefiere el insulto a la victoria del equipo, entonces es que hablamos de otra cosa. Uno de los primeros símbolos atléticos, Julián Ruete, del Madrid llegó. Nuestra portería la defendió Pazos que vino del Madrid; Caminero salió del Madrid. Y, señores y señoras pónganse en pie, también Luis Aragonés.

Reyes, sevillista, estuvo en el Bernabéu una temporada y fue tan del Madrid como hoy del Aleti: nada. Cero. Pero tengan la seguridad de que lo que busca cada domingo es que gane el Aleti, no el Madrid. Anular las posibilidades que le quedan a Reyes de contradecir al certero Relaño a base de denuestos es dar martillazos en la rodilla de un equipo tan corto que cualquier resta daña una barbaridad. A Reyes como a los toreros indolentes: la bronca tras la faena, no en el paseíllo. A lo mejor una tarde corta un rabo.