Al final, sin velocidad no se tienen realmente opciones

Al final, sin velocidad no se tienen realmente opciones

La Fórmula 1 es un deporte complejísimo, con influencia de multitud de factores en sus resultados. Pero, al final, la base de la competición es la misma que en cualquier otra de este estilo: la velocidad. Las carreras consisten en llegar antes que los demás y para eso hay que correr todo lo que se pueda, así que cuando la velocidad no aparece de poco sirven el puesto en la parrilla, la carga de gasolina, las estrategias... Y ése es, precisamente, el mal que padece Fernando Alonso durante esta temporada. Cierto que si su salida hubiera sido mejor quizá habría tenido más opciones de superar su quinto puesto final, pero la clave del asunto es que no tiene muchas armas para solventar los inconvenientes que surjan (como esa arrancada justita) porque su R29 no da más de sí.

El plan de ir a una única parada parecía cuando menos esperanzador, aunque con los inevitables peligros que conlleva tal planificación. Pero como los coches de sus rivales directos son más rápidos y potentes (esencial en una pista como Monza), pues el asturiano se encontró con los escollos de Hamilton y Raikkonen cuando salían de su primer repostaje, así que sus intenciones de forzar el ritmo se esfumaban en ese mismo instante. Está bien arriesgar, ser imaginativo o atrevido cuando las circunstancias son poco propicias, porque sólo así puede llegar a sonar la flauta. En lo que insisto es en que, en definitiva, que así ocurra será meramente fortuito si las carencias son tan significativas como las que ahora sufre Renault.