A José Luis Sáez, presidente de la Federación, los seleccionadores le han durado muy poco. Sale a casi uno por campeonato y no nos ha ido mal. El último, Aíto, llegó a estar sólo unos meses. Los justos para preparar los Juegos, disputarlos e irse. Pues ahora quizá acertaría si prescindiera de Scariolo en pleno Eurobasket. Tiempo hay. No jugamos hasta mañana. Chus Mateo y Orenga, que están como ayudantes de Scariolo, no lo harían peor. Da igual que juguemos contra Serbia, Gran Bretaña, Eslovenia o Turquía. Siempre nos pasa lo mismo: vivimos un auténtico drama en cada final. Y es que el enemigo lo tenemos en casa. Es Scariolo, el seleccionador que está destrozando la mejor generación de jugadores que hayamos tenido jamás.

Con Scariolo en el banquillo da igual que jueguen los titulares o los reservas. Acaba metiendo la pata. Lo de encargar la última jugada a Llull es de juzgado de guardia. Una genialidad que nos dejó al borde del abismo. Scariolo ya ha sentenciado a Claver cuando le quitó tras meter 12 puntos a Gran Bretaña y no le ha vuelto a sacar más, y ahora ha puesto a Llull al pie de los caballos. Scariolo, por lo visto, está para estas decisiones geniales, no para evitar que Turquía corte nuestras líneas de pase y Gasol sólo pueda recibir 14 balones en todo el partido, o que nuestra laureadísima Selección juegue preocupada de los rivales a marcadores ridículos. Vivos estamos aún, y si Sáez fuera valiente... Porque Scariolo no tendrá la vergüenza de dimitir.