Bolt no mejoró ayer el récord mundial de los 200 metros en la reunión de Bruselas, aunque hizo un gran registro. Tampoco mejoró el de los 100 en la de Zúrich la semana anterior; ni los de ambas distancias el año pasado tras las plusmarcas que fijó en los Juegos Olímpicos de Pekín. Condiciones meteorológicas aparte, que las de Bruselas no fueron óptimas para la consecución del récord, Bolt deja la impresión de que es corredor de grandes campeonatos. Es en ellos donde da lo mejor de sí mismo; no se conforma sólo con victoria, sino que va también a por el récord en lugar de dejarlo para una posterior ocasión, algo que bien podía hacer dado el enorme margen con el que corre y la humillante superioridad que muestra con respecto a sus rivales.

Esta condición de Bolt de vaciarse en los campeonatos dice mucho en su favor. Él no especula, y bien que podía hacerlo. Una victoria aquí, un récord por poquito allá, otro pellizco a la plusmarca en la siguiente carrera, y así a hacer caja donde compitiera, pues los récords tienen una prima especial. Mas Bolt no hace esas cosas. Bolt tiene una fecha fijada en su calendario, ese día explota y después va a menos. Por motivación, por preparación y porque no hay quien sea capaz de superar los límites humanos a diario. Por fácil que nos parezca cuando corre Bolt, superar un récord lleva su tiempo. Ahora habrá que esperar al próximo año. Lo malo es que no hay ni Juegos ni Mundiales. Veremos cuál es la fecha en la que se propondrá asaltar el récord.