Una gran persona
Tuve la suerte de compartir mi último año como corredor profesional con Alberto Fernández. Él se casó con una chica, Inmaculada, que vivía a 3 kilómetro de mi casa en San Felices de Buelna. Muchas veces salimos a entrenarnos juntos por nuestra zona, y no sorprendo a nadie si digo que Alberto era un ciclista como la copa de un pino y una magnífica persona. Tenía una tremenda calidad, pero además muchísimo tesón. Sólo a base de esfuerzo y sacrificio logró labrarse un excelente palmarés, y sólo la mala suerte le privó de la Vuelta de 1984.
Su hijo, también Alberto, vive en la casa de sus padres, en Barros, al lado de la mía. Es un chico que sube muy bien, al que conozco bien, ya que tuve la suerte de dirigirle como amateur en el Marvusa. Álvaro Pino le ha dado la oportunidad de debutar como profesional en el Xacobeo, y yo espero que la aproveche y realice una estupenda Vuelta. Lo que no podemos pedirle es que alcance los logros de su padre.