El sello de Bélgica y Holanda
Ayer en Lieja apareció el mayor enemigo de los corredores, la lluvia. Ni los muros ni los puertos hacen tanto daño al pelotón como cuando comienza a llover, y más, en etapas tan peligrosas como las que han pasado los corredores estos primeros días. La carrera se hace muy peligrosa como en todos los deportes de riesgo. Lo vemos en la Fórmula 1 o en motociclismo. Y en una caída como ésta, el corredor apenas puede hacer nada. Depende de la fortuna, la suerte es vital y hoy no ha estado con los ciclistas. El golpe se ha producido en la zona delantera, de ahí que ni el ir bien colocado te salvaba del golpe. Y luego el efecto dominó. Es la mayor caída que recuerdo. Del sexto para atrás todos se han visto perjudicados y la buena noticia es que no ha pasado nada más grave.
Una desgracia que, salvo a Mosquera, no parece haber dejado tocados a los grandes favoritos como Samuel, Valverde, los Schlek, Evans... No habría sido bueno para la Vuelta. Un incidente así podría haber mandado para casa a un buen número de favoritos y haber condicionado el espectáculo de los días posteriores. Pero éstos son los riesgos de una carrera de tres semanas. Además, no sorprende que al estar en Holanda y Bélgica haya pasado una cosa así. Es casi habitual, y así lo hemos podido comprobar en las etapas que han llegado aquí del Tour. Además, son las primeras etapas, todos van con fuerza y se rueda muy rápido. Ésta es la fama que tienen estas tierras. Ya las abandonamos, pero Holanda y Bélgica han dejado su sello en esta Vuelta.