Fernando Alonso es uno de los deportistas españoles, creo, con más comparecencias en la Prensa. El suyo es un deporte con una marcada vertiente comercial, obligada por los altísimos presupuestos que se manejan, lo que exige rentabilizar la inversión a base de comparecencias públicas... sobre todo cuando los resultados no acompañan en la medida de lo esperado. Por eso solemos ver, oír y leer al piloto asturiano de Renault con muchísima frecuencia. Sin embargo, no siempre con el sosiego y la sinceridad que se destilan en sus palabras de hoy para AS. Y eso que tiene la peliaguda papeleta del disimulo, la de aparentar que todo sigue igual cuando, en realidad, él sabe mejor que nadie que dentro de poco ya nada volverá a ser lo mismo.

Pese a tal condicionante, sus palabras se corresponden con las de un Alonso en estado puro. Claro, directo y con la vista siempre al frente, plantándole cara a cualquier desafío que se cruce en su camino. Ya digo que del próximo habla lo justo, porque no se puede ir a comprar un traje rojo cuando quieres convencer al mundo entero de que tu color preferido es el azul. Pese a ello, sí que admite la grandeza de Ferrari, la ilusión de los aficionados italianos, la motivación que representa ganar con un nuevo equipo... Vamos, que consiente casi sin deber, imagino que deseando que acabe ya esta travesía por el mar de las apariencias que le debe poner en no pocos aprietos. Sin embargo, en mi opinión, lo más valioso de sus declaraciones es que reflejan que su motivación, su pasión y su entrega permanecen intactas después de tantos años de Fórmula 1. Y eso unido a su talento inconmensurable es una garantía de éxito. Pronto lo comprobaremos...