NewslettersRegístrateAPP
españaESPAÑAchileCHILEcolombiaCOLOMBIAusaUSAméxicoMÉXICOusa latinoUSA LATINOaméricaAMÉRICA
Carlos Marañón

Fábula del auténtico alirón

A este paso, cada vez que salga un futbolista por la puerta del Bernabéu cantaremos el alirón. Pero habrá que entonar el auténtico, el alirón que gritaban los mineros en los pozos cercanos a Bilbao, imitando a los ingenieros ingleses, a finales del siglo XIX: ¡All Iron! (¡Todo hierro!), oían decir en inglés cuando salía el carbón del bueno, el que llevaba más hierro. Y pronto empezaron a cantar su propio ¡alirón! porque eso quería decir que había paga doble, como cuenta el maestro Ander Izaguirre, viajero y periodista, en su gratísimo libro Cuidadores de Mundos.

En el Real Madrid podría pasar lo mismo. O casi. Lo único que nos queda por saber es si los criterios de Florentino son deportivos o exclusivamente económicos, como en las minas vizcaínas. Y esa es la pena. Porque para cantar el alirón deportivo no nos haría falta saber si el futbolista que abandona el club saldrá lleno de metal, un metal precioso para el Real Madrid, o si saldrá de saldo, sin hierro ni cinc ni perras gordas incrustadas, regalado para cuadrar esas 25 fichas, que es el número famoso más absurdo desde que Zamorano vistió el 1+8 en el Inter de Milán. Eso sí, la fiesta puede ser mínina si empaquetan a Van der Vaart por esas Bundesligas de Dios: ¡Alirón, alirón, el Madrid ha hecho cajón!