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Carlos Marañón

El bueno, el feo y el malo

Si mientras guisaba sus spaghetti-westerns Sergio Leone hubiese conocido a Franck Ribéry se habría ahorrado unos cuantos dolores de cabeza, algunos de los cuales llevaron a la tumba al director de la trilogía del dólar y Érase una vez en América. Ribéry imitaba al Paul Newman de La leyenda del indomable (le caían todos los palos se portase mal o se portase bien), hasta que el futbolista francés, sin caballo ni rifle, se ha dado cuenta de que puede ser los tres personajes de El bueno, el feo y el malo, a la vez.

Él solito es el Bueno (y también algo retorcido, tipo Clint Eastwood) para el Real Madrid, tensando la cuerda con el Bayern para escapar de Múnich de la mano de Zidane. También es el Feo, nos pongamos como nos pongamos, porque, aunque espléndido jugador, es tan difícil de mirar como Eli Wallach. Y por supuesto es el Malo, tan malo que, como el peor Lee Van Cleef, da miedo incluso al Bayern, el club más aterrador de la historia del fútbol, y que, ya muy venido a menos, ha pasado de su cruzada antimadridista a cambiar de táctica para que el jugador aguante, mal que bien, al menos otro año, plazo que se ha dado Florentino para ficharle. Érase una vez en Europa, la trilogía del Real Madrid: Por un puñado de euros, La galaxia tenía un precio y El bueno, el feo y el malo.