Aprendió a querer a este equipo

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Figo fue presentado como jugador del Madrid un 24 de julio de 2000. Aquella tarde en el Bernabéu pensé que iba a encontrarme a un hombre feliz por vestir la camiseta blanca. Mi sorpresa fue cuando me topé con una persona seria, huidiza, sin ganas de sonreír. Aquello me impactó. Han pasado nueve años desde entonces y sigo pensando que Figo, en un primer momento, no pensó que Florentino iba a ganar las elecciones y, por tanto, nunca iba a jugar en el Madrid. Los comienzos fueron duros y, en los primeros meses, se mostró frío y distante. Pero pasó el tiempo y el escudo, los títulos, la plantilla y la ciudad le cambiaron.
Se convirtió en un personaje encantador, cercano, bromista, hasta irónico. Muy divertido. A su manera, pero aprendió a querer al Madrid y se hizo madridista. Formó parte de unos de los mejores equipos que ha pasado por el Bernabéu y, pese a que confiesa que el Madrid es el club más exigente en el que ha estado, él era el primero en exigirse. Definitivamente fue feliz. Tanto le enamoró la ciudad que tiene una casa en la que piensa vivir en el futuro. Lo peor fue su última etapa en el club, con Luxemburgo en el banquillo. Se desesperó y enfadó con el mundo por no jugar. Pero eso fue sólo un lunar, me quedo con el Figo feliz y triunfador.



