Ninguna sorpresa que Nelson Piquet salga de Renault, era cuestión de tiempo. Desde que llegó al equipo de Flavio Briatore no ha estado al nivel de las expectativa creadas por una de las jóvenes promesas del automovilismo internacional. Además, se ha enfrentado al inconveniente añadido de tener que medirse con un compañero de equipo que, literalmente, le ha vapuleado. Porque las diferencias que han existido entre Alonso y el brasileño han superado con creces las que se podían esperar entre un campeón y un novato. Mientras el español sacaba petróleo de un coche poco competitivo (incluyendo las dos victorias de 2008), su compañero navegaba en la mediocridad.

Ahora Piquet se marcha resentido, atacando a su jefe y a su compañero, descargando en ellos una responsabilidad que es exclusivamente suya. Si de alguien ha sido víctima, es de sí mismo. Sólo su incompetencia persistente le ha llevado al despido, así que suena a pataleta de niño malcriado decir que Alonso siempre ha tenido más oportunidades que él y que Briatore ha sido su verdugo. Un ejemplo fácil: ¿alguien en McLaren cuestiona a Hamilton? Pues eso es todo...