Asesinato bajo el hielo austríaco
Erika y Helmut llegaron sin aliento al refugio de Similaun, en el valle alpino de Ötztal, a caballo entre Austria e Italia. Contaron al responsable del albergue que habían visto unos restos humanos emergiendo del hielo de un glaciar. Todos pensaron que se trataba de un montañero, desaparecido tiempo atrás. Pero no lo era y tampoco había sufrido un accidente. Le habían asesinado hace 5.300 años. Hoy, ese cadáver conservado casi intacto por el hielo durante cinco milenios es el famoso Ötzi, El hombre del Hielo, protagonista de una exposición en el Museo Arqueológico Regional de Alcalá de Henares. Allí pueden apreciarse copias exactas del ajuar que lo acompañó desde un arco de madera de boj y flechas de punta de sílex a una cuerda, un puñal, un gorro de piel de oso o un hacha de cobre, signo de que debía ser un tipo importante en su comunidad.
La sepultura de hielo ha permitido a los científicos conocer más cosas acerca de este cazador, el miembro de nuestra especie con los restos intactos más antiguo que conservamos. Ötzi tenía 45 años cuando se topó con la Dama de la guadaña. Iba bien equipado con ropa y zapatos resistentes de suela de piel de oso pero extraña que en su aljaba sólo hubiese flechas sin terminar de montar, como si ya hubiese utilizado todas las que tenía y estuviese fabricando otras nuevas. También portaba una vara de tejo que era un arco a medio terminar. El análisis de sus intestinos nos dice que ese último día comió carne de ciervo y cereales y que había estado enfermo, una salud quebrantada que se confirma con el estudio de la única uña que ha conservado y que nos revela las duras condiciones de vida de los hombres europeos primitivos. También revela, gracias al estudio del polen sobre sus alimentos, que había subido y bajado y vuelto a subir por un paisaje de carpes negros y luego de pinos, como si quisiese despistar a unos perseguidores. Cuando llegó al paso de montaña que se conoce como Tisenjoch, se detuvo para descansar en una hondonada rocosa pues había ganado nada menos que 2.000 metros de altitud desde el valle donde vivía.
Puede considerarse uno de los primeros montañeros y cabe sugerir que iba preparado perfectamente para adentrarse en los hielos eternos. Pero nunca saldría de ellos. Un estudio rutinario de rayos X aclaró cuál había sido la causa de la muerte de este hombre de la Edad de Piedra. Encontró una punta de flecha alojada en su hombro izquierdo que le había seccionado la arteria subclavia: una herida mortal y rápida. Los científicos que lo han estudiado plantean la hipótesis de que su asesino -o asesinos- arrancase el astil de la flecha evitando así ser descubierto por las marcas personales dejadas en su fabricación. Por lo mismo, especulan, no saqueó el cadáver pues todos sabrían quién era el dueño de, por ejemplo, el hacha de cobre. ¿Murió Özti víctima de una lucha por el poder, por venganza? Quién sabe si el hielo y la ciencia nos darán la solución a este crimen de la Edad de Piedra.
Sebastián Álvaro, creador de Al filo de lo imposible.