Reconozco que esperaba mucho más de esa especie de chistera, de la que en su día salieron Kun Agüero o Diego Forlán, por poner sólo dos ejemplos. No creo que la situación del Atlético de Madrid años atrás fuera mejor y, por entonces, éramos capaces de vestir de rojiblancos a auténticos descubrimientos y a jugadores del todo contrastados. La próxima temporada vamos a jugar la máxima competición continental, la Champions League, con la inyección económica que ello conlleva, y no nos hemos reforzado con las garantías suficientes como para ser verdaderamente competitivos en este ámbito. Con Juanito y Cabrera, ya veremos, es de esperar que mejore sustancialmente la línea de la defensa. Pero con estas exiguas incorporaciones y la vuelta de los cedidos, Valera, Jurado, Cléber y el controvertido Reyes, no podemos dar por configurado el equipo de cara a la próxima campaña. La dirección deportiva del Atlético de Madrid no parece haber estado muy despierta a la hora de colocar en el mercado a una buena parte de la actual plantilla que ya está totalmente amortizada. De haberlos vendido, hubiéramos tenido muchas más facilidades para encontrar ese jugador en el centro del campo necesario, sin el cual el equipo seguirá jugando a ráfagas y sin consistencia.

Lo mejor que hemos hecho en lo que llevamos de pretemporada, sin duda alguna, mantener a nuestras figuras. Contar con el Kun, Forlán y Simao es casi asegurarnos un papel digno el próximo año en la Liga. Pero sólo eso, nada más. Pobres aspiraciones para un equipo que quiere estar entre los grandes del fútbol español y europeo sin conseguirlo.