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Un proyecto tirado por la borda

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En su día recibí como una excelente noticia la incorporación del Grupo Francisco Hernando a los patrocinadores del Mundial. No sólo iba a permitir la aparición de un nuevo equipo español a la categoría de MotoGP, también servía para que Sete Gibernau volviera a la carga. Parecía que dinero no le faltaba precisamente a 'El Poceo' y con ese apoyo los hermanos Nieto podían sentar las bases de los que, a medio plazo, se afianzara en un bonito proyecto. Hernando llego a la motos porque le gustan, por su relación con Ángel Nieto... y porque pensaba que un proyecto empresarial en ciernes le ayudaría a sufragar los gastos de la aventura. Ahora esa aportación de Guinea Ecuatorial se ha esfumado y el tema del ladrillo ya sabemos todos cómo está, así que la escudería se va al garete.

Era un riesgo que yo, personalmente, había valorado. Ya me resultó chocante, tanto como valiente, que un constructor se liara la manta a la cabeza e invirtiera unos cuantos millones de euros en un equipo de motos cuando la crisis económica mundial ya era un hecho más que constatado (me refiero al otoño de 2008). Pero está claro que Hernando no es de los que se arruguen y se lanzó al ruedo. Insisto en que entonces me felicité por ello, aunque el asunto desprendía un tufillo de precipitación o quizá oportunismo que no me termina de convencer. Ahora lamento que mis sospechas no fueran infundadas. Que un equipo desaperezca no sólo es una desgracia deportiva, también lo es humana porque muchas son las personas que dependian de su viabilidad. Y ahora, a mitad de temporada, esos profesionales, empezando por Sete, se ven en la calle, con pocas posibilidades de buscar una alternativa al menos hasta la próxima campaña. Lo dicho: una lástima.