Camellos bactrianos de Xinjiang
Los camellos bactrianos son unos bichos tozudos y poco comunicativos, salvo cuando consideran que les estás molestando demasiado. Entonces son muy explícitos a la hora de expresar su deseo de que les dejes en paz. También son unos animales prodigiosos, los mejores compañeros de viaje si lo que pretendes es atravesar un desierto como el de Taklamakán, cuya traducción aproximada es tan explícita como el mal humor de los camellos de sus orillas: "Si entras no saldrás". Cuando cruzamos este desierto, ubicado en la provincia china de Xinjiang, recorrimos más de 400 kms. Porteaban el agua imprescindible para nosotros pues ellos aguantaron siete días sin probarla.
En aquellos dos meses que estuve en Xinjiang tuve ocasión de conocerlos, así como a sus conductores, gentes de la etnia uigur, un pueblo de origen turcómano y religión musulmana que está de actualidad por los sangrientos sucesos que están sacudiendo su capital Urumqi. Camellos como éstos asombraron a Alejandro Magno y acompañaron a Marco Polo a su paso por Asia Central, rumbo al corazón del imperio chino. Formaron las caravanas que recorrían sin descanso la Ruta de la Seda. Capaces de jornadas de 40 kms. con 200 kilos sobre sus jorobas sin comer ni beber durante muchas jornadas, han sido el motor sobre el que han sostenido su subsistencia estos pueblos de Asia Central. Por lo que viví, los uigures me parecieron amables y luchadores, rudos y religiosos, que han conseguido sobrevivir como cultura pese a la presión china, que acabó en 1949 con su último periodo de independencia, conseguida en 1933. Las autoridades de la República Popular han aplicado en Xinjiang la misma política de asimilación utilizada en Tíbet.
Nos dicen que lo que está ocurriendo es un conflicto étnico tranquilizando nuestras conciencias. El problema es más bien de represión política y cultural en aras de controlar una zona geoestratégicamente muy importante y rica en gas y petróleo, de lo que anda escasa China. Por cierto, que, como señalaba en un reciente artículo Moisés Naím, no se ha oído a ningún clérigo musulmán pedir o lanzar una fetua contra los represores de sus hermanos de religión. Pero mientras los tibetanos son gentes de naturaleza pacífica, en Xinjiang creo que el gobierno chino se enfrenta a un problema de mayor calado. Tanto como la fuerza, tozudez y resistencia que simbolizan sus camellos bactrianos.