Hay pocos elementos que me caigan mejor que un madridista que odie al Aleti. Quizás Pau Gasol en Los Ángeles con la bandera de España sobre los hombros. Por eso, porque aborrece al Aleti como Aníbal a los romanos, no puedo evitar que me caiga bien Florentino. No hay otra razón, encarna todo lo que no me gusta: el Real Madrid. Esa arrogancia millonaria que puso de los nervios al arzobispo de Barcelona, a nosotros nos mata de risa porque sabemos que dentro de un par de años, cuando aún estén pagando y amortizando fichajes agotados que jamás tendrán venta, toda esta ópera blanca será opereta. Y bien bufa.

Mientras, nieguen los necios que esto sea bueno para la Liga. No seré yo quien lleve la contraria a la razón: nuestro campeonato es otra vez el más vistoso por la pastizara santanderinomadridista y gracias a Florentino. Mas que sigan los de enfrente con su fasto, atendamos nosotros al futuro que viene cargado de esperanza: el blanco va a llegar tarde a un cadete zurdo que me emocionó como hace tiempo no me emocionaba un talento futbolero, un 9 de Fuenlabrada, uno que acaba de ser papá, colchonero fetén. Quieren tanto a nuestro escudo como nosotros al suyo: Di Stéfano, Del Bosque, Florentino y Manuel Matamoros, madridistas cabales, personas de orden que jamás dirían eso tan condescendiente que repugna: soy del Madrid pero luego, puaf, "atletista". Cuatro caballeros que llevan al aire el cartel de enemigos y a los que se divisa desde lejos. Personas bien educadas que odian al Aleti. Unos señores.