Reyes o la guapa con ojos de loca

La memoria es frágil, pero en los bares de copas y en el mundo del fútbol es directamente inexistente. En el traspaso de Torres vivimos un caso claro. El Liverpool pagó 32 millones y con ese dinero no dio para fichar como se ha repetido hasta la saciedad a Forlán (21 millones) y Simao (20). No. Por el Niño llegaron el gran uruguayo, Luis García (3) y Reyes (9,5). Así que, por favor, que nadie diga que esa operación fue un exitazo, porque por el emblema llegaron un grande y dos ex futbolistas. Uno de ellos, además, un problema anunciado.

Reyes es la clásica chica preciosa con ojos de loca. La observas en conjunto y está tan bien que decides obviar su mirada rara. Tus amigos te avisan, pero tú lo niegas porque tiene demasiado talento natural. Da igual que Arsenal y Madrid le largaran, ¡qué zurda, qué calidad, qué velocidad! Y tras unos días magníficos, llega el inevitable caos: revienta el grupo, insulta a tus amigas y provoca a tus amigos. Y asumes tu error y cortas, pero ya nunca se va del todo. Siempre reaparece y acabas empezando la pretemporada con Reyes disfrazado de Maniche 2. Y el único culpable eres tú, que quisiste ser más listo que nadie y fichaste problemas a precio de oro.