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Dulces dudas para un genio

A sus 18 años no sólo tiene un mundo por delante. Tiene, que yo sepa, tres opciones de viaje galáctico. Primera: dar el salto inmediato a la NBA, debutar con los Sacramento Kings o los Memphis Grizzlies de Marc Gasol la próxima campaña. Segunda: comprometerse ya con una franquicia americana, pero aplazar uno o dos años el viaje, para seguir formándose junto a Aíto García Reneses en el Unicaja. Tercera: aceptar la oferta del Real Madrid y convertirse en líder del nuevo proyecto blanco a las órdenes de Ettore Messina.

En mi opinión, Ricky está capacitado para cualquier reto en el mundo del baloncesto. Por cualquier camino debe llegar a la cumbre. Es un fuera de serie que jugará mejor cuanto mejor sean sus compañeros, como ocurre con los músicos virtuosos y las grandes orquestas. Se le compara con el ya legendario Pistol Pete Maravich y, en efecto, comparte cualidades con ese añorado mago del balón, pero yo prefiero ver en Ricky al Carmelo Cabrera del siglo XXI. Porque Melo tenía también extraordinarios fundamentos y fabulosa visión de juego. Junto a Walter Szczerbiak, en el Madrid, formó un tándem similar a Stockton y Malone en los Utah Jazz.