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No hay que rasgarse las vestiduras

V aya por delante mi admiración hacia el Barcelona y hacia su entrenador, hombre prudente donde los haya. Este periódico ha contado sus alabanzas y sospecho que la prensa afín al barcelonismo no se comportará de la misma forma cuando el Real Madrid vuelva a imponer su superioridad. Volverán a sonar las cantinelas de ayudas del franquismo y otras gaitas inventadas. ¿Se imaginan si el presidente de un gobierno de España hubiera ido a una inauguración con un balón del Real Madrid, lo que hubieran dicho esas mismas personas? Resulta curioso este coro de vírgenes ofendidas que se rasgan las vestiduras ante lo que no deja de ser una operación empresarial de una entidad independiente. Estos días, ante la avalancha de reacciones de escandalizada reprobación por los últimos fichajes del Real Madrid, me ha venido a la memoria uno de los episodios más aleccionadores de los grandes exploradores.

Ocurrió en 1933. Un hombre se estaba muriendo de cáncer en una modesta casa de Somalia. Luis Amadeo de Saboya, hijo y nieto de reyes, que se había adentrado en el Polo Norte hasta donde nunca antes había llegado el ser humano; que había explorado el corazón de África, de Alaska y el Karakorum, iba a morir donde había elegido: en Somalia, donde llevaba años impulsando un ambicioso proyecto humanitario. Su amigo de tantas peripecias, el gran fotógrafo Vittorio Sella, le sugirió la posibilidad de trasladarse a Italia donde le podrían atender mejor. Pero le contestó: "Prefiero que en torno a mi tumba se entrelacen las fantasías de las mujeres somalíes antes que la hipocresía de los hombres civilizados". He recordado estas palabras leyendo todo lo que se ha dicho, pues me da la sensación de que algunos piensan que somos gente desmemoriada. No deja de ser chocante que el mismo que habla de que "es una cuestión ética y moral", se le "olvide" que un representante de su partido, y de la Generalitat, se compró un coche oficial con cargo al erario público, gastándose 20.000 euros en ponerle escritorio de madera.

El que habla de poner tope a estos fichajes perdió una ocasión estupenda de hacerlo público cuando el Barça fichó a todo holandés que se movía en un campo de fútbol, y quiere hacernos olvidar la responsabilidad política de su partido en el famoso caso del 3%, cuando salió a la luz el cobro de comisiones a empresas adjudicatarias. Todos los que quieren un fútbol sin estrellas millonarias ya pueden ir pidiendo que suspendan todas las cláusulas de rescisión, y que los futbolistas jueguen donde realmente quieran y no sean modernos mercenarios, pero incluidas las de Messi y compañía. A buen seguro, que a muchos de ustedes les pasará lo que a mí: estos días he estado harto de tanta hipocresía civilizada, la misma a la que se refería el duque de los Abruzos. Y a fe que dan ganas de seguir su ejemplo y perderse en algún lugar remoto al margen de tanto "hombre civilizado".

Sebastián Álvaro es creador de 'Al Filo de lo Imposible'.