Del zoo a la gran ciudad
Dejar por unas horas el remanso de paz de Bloemfontein para volver a Johannesburgo sólo queda compensado porque veo en el aeropuerto a Milutinovic, que está en tránsito con Irak. Bora se funde en un abrazo con Aragonés y, de paso, me deja caer que si necesitamos comentarista para el Mundial: un crack. ¡Cómo se vende! Está convencido de que jugarán las semifinales porque España ganará por más de uno a Suráfrica y ellos harán lo propio con Nueva Zelanda. En estos viajes entre sedes uno se da cuenta de las carencias de organización. Hoy por hoy, el Mundial les viene grande. No quiero imaginar lo que puede ser esto con miles de hinchas invadiendo el país.
Ni los accesos a los estadios, ni las señalizaciones en las ciudades, aeropuertos y autopistas dan la talla para albergar un acontecimiento que mueve a cientos de miles de visitantes. Blatter lleva una semana aquí y ya se ha dado cuenta. Me gustaría pensar que quiere salvar el Mundial para dar una oportunidad a África, aunque tengo dudas. En la Confecup los estadios están semivacíos por el afán recaudador de la FIFA. Menos trompetas y más puertas abiertas para que el público local disfrute. Claro, que los que mandan saben que ellos no serán sus clientes principales dentro de un año.