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Lecciones en cabina y campo

Es lo que tiene estar rodeado de sabios, dentro y fuera del terreno de juego. Me lo pasé bomba en el debut de España. Tenían que ver como vibraba Luis Aragonés con su Roja en la cabina de retransmisión. Cada gol era un respingo en la silla, cada combinación espectacular, una sonrisa cómplice, como diciendo: "Qué buenos son mis chicos". Y es verdad, porque sus chicos son también los de Del Bosque y los de todo un país. Ya, ya sé que el rival de ayer era una castaña y que defendían como en el patio de un colegio, pero hacer cuatro goles en veinticuatro minutos está al alcance de pocos equipos en el mundo. Incluso tuvieron la grandeza de los campeones de no humillar más de lo necesario a una Nueva Zelanda que se asustó bastante rápido.

Pero lo mejor es la sensación de grupo que desprende el equipo. Defender como leones ganando 5-0 para dejar la puerta imbatida es algo que volvió a anotar en su famosa libreta el Sabio de Hortaleza. En ocasiones me distraje de la narración para observar sus gestos. Estaba embobado viendo la circulación de esférico de Xavi. Se emocionó con la salida al campo de Cazorla, un asturiano, lo define él, que transmite alegría al vestuario. Y aunque Casillas apenas tuvo trabajo, también Luis tuvo un recuerdo para él en el descanso. Dice que es el capitán ideal, ese que además de no darte problemas, te los soluciona con el resto de los jugadores. En definitiva, que nos hemos acostumbrado a ganar, incluso a golear y esto no parece tener fin. ¡Qué disfrute!