Feito, un hombre esencial
No me volverá a despertar para entrar en directo en El Larguero, cuando, de madrugada, su voz socarrona sonaba al otro lado del teléfono en plena tormenta en la montaña. Y yo no volveré a bromear a costa de su Deportivo de La Coruña, cada vez que él se metía con nuestro Real Madrid. Es probable que muchos de los que oyen todas las noches El Larguero no alcancen a calibrar con exactitud quién era Ernesto López Feito. Sencillamente, era un pilar esencial de ese programa en el que tengo el honor de colaborar desde hace años. Feito era una de las mejores personas que jamás he conocido y de quien para siempre recordaré su bondad y sentido del humor.
Anoche, como otros muchos días, estuve hablando con Ernesto y bromeando de cosas intrascendentes, simplemente por el hecho de compartir un rato más de charla. A veces la amistad es simplemente eso. Nos despedimos como siempre. Cómo imaginar que, unas horas más tarde, Feito moriría en el taxi que le llevaba a casa y nos dejaría a sus amigos más tristes, pobres y solos que nunca. A veces, la cercanía nos hace perder la perspectiva de lo esencial. Nos ocurre con lo que damos por hecho, como caído del cielo: desde el agua que sale de un grifo hasta la libertad; sin darnos cuenta que no se han generado de forma espontánea sino que son fruto del trabajo de muchas generaciones. Feito era de esa gente cuyo trabajo era anónimo y sacrificado, como el de los desconocidos cocineros de Julio César por los que se preguntaba Bertold Bretch, pero imprescindible.
Ya no habrá nadie que defienda, con su pasión y talento, en las reuniones de El Larguero, los temas de aventura. Nadie me volverá a llamar diez minutos antes, para despertarme cuando estaba dentro del saco en un campo base, para que estuviera espabilado en el momento del directo. Ayer, mientras me dirigía a abrazar a Pilar, su mujer, y Alicia y Lidia, sus hijas, me dije que le debía estas palabras, escritas desde la emoción y la amistad, a un hombre bueno y que era injusto que no las leyese; aunque estoy seguro que Feito sabía que era para mí como un hermano.
Aveces nos arrepentimos por no haber dicho lo que queremos a la gente que nos rodea. Pero la vida es así, a veces maravillosa y otras, como siento ahora y recuerda Sabina, "es la mierda que ha sido". Feito representaba mejor que otros muchos, que somos más conocidos por la radio, los valores de ese programa líder de la radio deportiva: el entusiasmo, la solidaridad con el equipo, el trabajo bien hecho, la tenacidad y el rigor. Por desgracia, su corazón le ha traicionado obligándole a abandonar esta aventura en la radio. Siempre recordaré lo que me dijo mi amigo Juanjo San Sebastián al regreso del K2 (en el que perdimos a otro gran amigo, Atxo Apellaniz): "Sebas, lo duro no fue allí arriba, donde luchábamos por la vida, sino ahora, el día a día. Saber que no le volverás a ver, las veces que le echaras de menos, la ausencia que deja en nuestras vidas". Feito, hermano, que la tierra te sea leve.
Sebastián Álvaro es creador de 'Al Filo de lo Imposible'.