Del Mundial, mejor ni hablar...
Cuando te impacientas porque tardan mucho en servirte en un restaurante, contestan de inmediato: "Suráfrica time". Ellos van a su ritmo, se lo toman con calma. Lo malo es que les acabe pillando el toro. Lo digo porque a un año vista del Mundial, ahora mismo no apostaría ni diez rands, que viene a ser un euro, porque esté todo listo para acoger a cientos de miles de visitantes dentro de doce meses. Carreteras en obras, colas interminables en el control de pasaportes del aeropuerto, campos de entrenamiento en deficientes condiciones, estadios sin acabar, y amplias zonas urbanas donde resulta temerario entrar si no vas bien acompañado. Por ahora, la FIFA mira para otro lado. La voz de alarma llegará tras la Copa Confederaciones.
Aquí están tres de las selecciones favoritas para ganar el próximo Mundial. Hay como un pacto de cortesía que obliga a callar. Pero seguro que se cruzan informes sobre la precariedad que se están encontrado. Otra cosa es que lo tapen, que te digan que donde ahora se ve un descampado, mañana habrá un hotel con capacidad para cientos de huéspedes. Que den con la fórmula mágica para hacer desaparecer de la postal urbana a miles de surafricanos desocupados. Desconozco si el sentimiento solidario hacia un continente que merece el apoyo de todos será más fuerte que la cruda realidad. Desde luego, si hubiera que cumplir a rajatabla los protocolos que se establecen para los organizadores, desde ya les digo que nos quedábamos sin Mundial en África.