Sin saberlo, los papás de Cristiano Ronaldo le han hecho un gran favor a la memoria de uno de los personajes más curiosos de la historia. Lo de Ronaldo, nada que ver con la mascota de McDonalds, viene de Ronald Reagan, la prueba irrefutable de que hasta un mal actor de serie B ("¿Mis películas? No las querían buenas, las querían terminadas el jueves"), puede convertirse en presidente de EE UU. Un tipo insólito, capaz de ganar la Guerra Fría sin pegar un tiro y de ganar elecciones pese a encabezar las políticas sociales más regresivas que se recuerdan. Una frase suya, sin embargo, es perfecta para este Madrid que despega con el futbolista luso de nombre presidencial por bandera: "Queríamos cambiar una nación, y en su lugar cambiamos el mundo", soltó Mr. Reagan en su último discurso.
Ojalá Valdano, que nunca se imaginó parafraseando a un presidente tan de derechas, pueda marcharse algún día del club (y con él Pardeza y Florentino, como en una imagen de Elegidos para la Gloria) con una sentencia parecida. Una frase para la historia: "Queríamos cambiar un equipo, y en su lugar cambiamos el fútbol".