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Un pasador, un director, un llegador

Por primera vez contempló anoche el madridismo a Kaká como uno de los suyos. Con Brasil, en la antipática fase de clasificación para un Mundial, con una temporada completa poniendo plomo en las piernas, sin demasiada gloria por conquistar, afectado por la tensión propia de una negociación cerrada pero aún oculta. Aún así, será del gusto del Bernabéu. Su larga, elegante y natural zancada le emparienta con Zidane. Anoche la desplegó a favor de obra, cuando los goles de Brasil habían roto el partido.

También dejó buenos detalles como último pasador, una ciencia que en el Madrid de la última década sólo dominó con intermitencia Guti. Dos veces puso a Luis Fabiano ante el marco uruguayo, sin éxito en la culminación. Preparó el 0-3 con una buena apertura y marcó el 0-4 en un penalti que le hicieron a él, aunque fue la imprudencia de Godín quien lo puso todo en el lance. La tercera pata, la llegada, que esta misma temporada le ha dado 16 goles, no asomó. Pero en la producción resulta menos importante que en la creación. Es un futbolista que hace mejores a los demás, el que decide qué pieza hay que tocar. De la orquesta ya se ocupa Florentino.