Pues esto es lo que hay. En un desarrollo convencional, sin incidentes ni sorpresas por medio, Fernando Alonso está muy lejos de los puestos del podio y Jenson Button se muestra imparable en el camino hacia su primer título mundial. El GP de Mónaco fue más de lo mismo, ni siquiera las incertidumbres propias de un circuito tan especial sirvieron para alterar el orden natural establecido en esta temporada. Ferrari asomó un poquito más la cabeza, pero tampoco me pareció que la recuperación sea la necesaria para inquietar a los líderes (empezando porque no sé en qué estaba pensando Raikkonen cuando se dio la salida). Así que no sólo los Brawn GP van como tiros, es que además carecen de rivales de entidad...

Lo peor del caso es que el asunto parece tener mal arreglo. Exceptuando a su compañero Barrichello, la ventaja de Button respecto a su primer competidor, Vettel, es de 28 puntos, una barbaridad cuando se llevan disputados seis grandes premios de este Mundial. Y, además, no se atisban a corto plazo variaciones significativas en el escenario: pasan las carreras, el resto trabaja y se supone que evolucionan, pero los Brawn siguen marcando la pauta con una facilidad que llega a resultar pasmosa (yo sigo frotándome los ojos cada domingo con este milagro de la ingeniería). Un desfase aplicable desde luego a Renault, con un coche de cierta solvencia en carrera (en manos del asturiano, claro) pero no así en calificación. Y si algo ya debemos tener claro es que en la Fórmula 1 es difícil hacer nada destacable saliendo noveno.