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Nos acaban tomando el pelo

Los periodistas somos presa fácil en periodos electorales. Por muy riguroso que seas en la comprobación de las fuentes, siempre te la acaban colando. Si un señor dice ser socio del Madrid y tener el aval necesario para presentarse a las elecciones, lo lógico es darle la cobertura que demanda. Luego aparece con un amigo cuentacuentos y se te queda cara de tonto por haber malgastado el tiempo y mareado al lector. Otro asoma de la nada, dice apoyarse en una asociación de minusválidos sin vinculación con el fútbol y también le das cuartelillo, aunque compruebes que lo que pretende es meter al club en los juzgados. ¿Qué hacer? Pues contarlo tal cual y que cada uno quede retratado.

El mayor peligro está en ciertos intermediarios que no bajan de los seis ceros en sus comisiones. Basta que un candidato haga circular una lista de cuatro nombres de entrenadores para que los interesados se pongan a trabajar. Toca decirle al club al que perteneces que quieres seguir y al que te pretende que estás loco por irte. El beneficio está asegurado o con una renovación millonaria o con un contrato galáctico en el nuevo destino. En ese juego somos marionetas. Y no tengan duda de que las fuentes son las más fiables. Cuando se publica una noticia es que has hablado con el candidato de turno o con el propio entrenador. Pasa lo mismo con los jugadores. Ellos te remiten a su representante, que se frota las manos cada vez que un periodista se interesa por la negociación. Saben que sin poner el producto en el escaparate no hay venta. Y más en tiempos de crisis.