Los acontecimientos se precipitan en este Mundial. Estamos aún en el primer tercio del campeonato pero las sensaciones que nos quedan a menudo son las propias de un certamen en su recta final. Se habla más de lo que pasará en 2010, con el conflicto entre la FIA y los equipos, que sobre lo que ocurre en pista durante los grandes premios. Quizá sea porque muchos ven ya a ese fenómeno Button-Brawn como imparable y prefieren pensar más en el futuro que en realizar esfuerzos que empiezan a considerar como baldíos. Y entre los que han bajado ya los brazos más claramente, Lewis Hamilton. Sus silencios son más elocuentes que sus palabras y que no tenga una respuesta cuando se le cuestiona sobre sus opciones es la mejor muestra de ello.

El caso de Alonso no es idéntico al del británico aunque guarda algunas similitudes. El asturiano no se ha rendido con tanta evidencia, aunque tampoco oculta que las cosas pintan mal. Podría llegar a enderezar la temporada, luchar por algunas victorias y demostrar que talento no le falta, sin embargo pensar en el título suena casi a utopía. Y así es como se deja un tanto de lado lo que sucede en este 2009 atípico para especular sobre un futuro más ilusionante para Fernando. El caos en Ferrari contribuye a ello de forma determinante, porque la impresión que nos queda a todos es que en Maranello necesitan un revulsivo con urgencia. Una pena todo esto, porque viene a ser como que la Liga de fútbol quedara resuelta en su primera vuelta. ¿Se imaginan?