Llevo haciendo información de motor en As desde 1988. Pues bien, ya entonces se hablaba del un equipo español en la Fórmula 1. No es nueva, por tanto, esa ilusión de que algún día nuestro país pudiera tener una estructura lo suficientemente capacitada para militar en la categoría reina del automovilismo, la más sofisticada, exclusiva... y cara. En aquel tiempo este deporte no era en España lo que es hoy, básicamente porque no había llegado el detonante para que se popularizara, que no fue otro que los éxitos de Fernando Alonso. Pese a ello, de cuando en cuanto aparecía algún osado para asegurar que muy pronto tendríamos representación en la F-1.

Ahora la historia se repite. La apertura de las inscripciones a nuevos equipos ha propiciado que surjan los inevitables candidatos españoles, animados quizá por la intención de la FIA de convertir los grandes premios en algo más accesible para economías modestas. Y no quiero yo ser aguafiestas, pero sinceramente no creo que la coyuntura sea la más favorable para que estas iniciativas se concreten. No me parece que nadie sea capaz hoy de encontrar más de 40 millones de euros para un proyecto tan arriesgado y para un campeonato que pierde credibilidad a pasos agigantados por las incongruencias de Mosley y sus muchachos. Eso sí, decir que se estará no cuesta nada y se obtiene a cambio una notoriedad y repercusión mediática impensable de otro modo...