Mónaco es un mito, no un ejemplo

Mónaco es un mito, no un ejemplo

Cuando se polemiza sobre la proliferación de trazados urbanos en la Fórmula 1, el argumento recurrente utilizado por los defensores de esta tendencia apunta directamente hacia la carrera de Mónaco. Si se disputa un gran premio en el circuito monegasco, ¿por qué razón no se va a hacer en otros de similares planteamientos? Pues bien sencillo. Porque la evolución pasa por el afán de superación, por un espíritu que nos permita progresar y ser cada día un poco mejores en cuanto nos planteemos. Mónaco existe y debe seguir haciéndolo (básicamente porque los pilotos así lo quieren, bien distinto será cuando piensen otra cosa), pero eso no quiere decir que los demás deban heredar sus vicios adquiridos a lo largo de una historia única, irrepetible e inimitable.

Cuando la seguridad se ha convertido, con absoluta justificación, en la bandera del mundo de la competición, carece de sentido que intereses que nada tienen que ver con lo deportivo devuelvan las carreras a las calles de una ciudad. Los pilotos no se deben jugar la vida entre muros porque un alcalde quiera promocionarse o porque un jeque ponga sobre la mesa el dinero que le dan en un día sus pozos de petróleo Hablamos de algo más serio que todo esto y los esfuerzos que realizan los circuitos permanentes deben ser reconocidos en su justa medida. Mónaco es un mito, no un modelo a seguir. Y si los promotores del Mundial se empeñan en ello, quizá algún día todos lo lamentaremos, porque este tipo de errores suelen tener mal arreglo.