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Carlos Marañón

El reino de los futbolistas

El día que monsieur Wenger, allá por 1996, llegó a la caseta del vetusto Highbury se encontró con un titular del Evening Standard sobre la mesa del cuarto del utillero: "¿Arsène quién?" (Arsène who?). Ni se inmutó. Siguió su plan: fichó a dos medios defensivos, Vieira y Remy Garde, y le dijo a Tony Adams que se acabó la fiesta. Lo cambió todo. Hasta convertir al Arsenal en el equipo de Arsène Wenger.

El Real Madrid nunca ha sido un equipo de entrenadores. Es el reino por excelencia de los futbolistas. Ni siquiera con Miguel Muñoz, que duró una eternidad y lo ganó todo: aquel era el equipo de Alfredo Di Stéfano y luego vendría el de los ye-yé, y el de la Quinta del Buitre. Enfrente, el Inter de Herrera y el Milán de Rocco, el Barça de Cruyff y de Guardiola, el Manchester de Ferguson, y hasta del Depor de Arsenio. Capello quiso hacer su Madrid por dos veces, pero sólo pudo convertirlo en la banda de Curro Jiménez. El trabuco lo llevaba unas veces Casillas y otras Raúl. Ahora hay que elegir entre el estudiante Wenger y el algarrobo José Mourinho para seguir luchando contra el invasor. Pero hace falta algo más que una batuta para la banda. Hace falta, incluso, algo más que un estilo: tal vez haya que cambiar la esencia de un club en el que siempre reinaron los futbolistas. Los mejores futbolistas del mundo. ¿Estamos preparados?