Una final para un libro. O dos libros
El artículo más fácil del mundo: el de la final de Copa 2008/2009, plagado de metáforas sobre el indómito carácter del Athletic y la excelencia del juego catalán, tan estético. Sencillo y verdadero, el artículo. Pero hay más: la preparación de este partido único por la parte rojiblanca ha sido distinta a cualquier otra: larga en el tiempo, meditada y visceral, contagió a la nación athletica desde el primer minuto a imitación de sus muchachos. Tal como quiso Caparrós. La aventura tuvo héroes inesperados para hacerla más hermosa: la calva joven de Toquero brillaba al sol de El Alcoraz en Huesca; corría encantado de la vida porque jugaba en Segunda, por fin. El Éibar palmó dos a cero aquella tarde. Con Toquero en punta. Sólo unos meses después, hacía el gol que liquidaba al Sevilla como en un sueño rojo y blanco. Patxo Unzueta necesita menos para escribir un libro precioso sobre la Copa 2008/2009.
Bajando desde el alto Levante hasta Valencia camina el otro grupo en busca de la hazaña: la mejor temporada en la historia del club con la de las Cinco Copas, la 2008/2009: tres veces campeón. La primera corona, quizás, con los futbolistas que menos han jugado en la Liga, la hermosa paradoja del leal Guardiola. Sin Iniesta, lo que es malo para el Barça y peor para mí, que le miro como un cuadro del Prado. Hace un par de siglos, los ricos del textil barcelonés, que disfrutaban de amantes consentidas pero no podían perder la compostura por una copa de más, bajaban a Madrid a emborracharse. Los ricos del hierro vizcaíno sí estaban autorizados a darle al pimple y viajaban a Madrid a practicar el noble deporte del fornicio, que el adulterio costaba en el Bocho la posición social. Ni chicas ni Copas, ante una final así todos los ricos estarían en Mestalla.