Me quedo un poco frío con este GP de España, la verdad. Aunque la carrera tuvo momentos interesantes, en general no me divirtió demasiado. Tampoco me consuela que el resultado de Alonso haya sido mejor de lo esperado, porque está claro que un quinto puesto no emociona cuando es todo un bicampeón del mundo quien lo protagoniza. Pero para mí lo peor del fin de semana en Montmeló es que los cimientos de mis esperanzas comienzan a tambalearse. Cada gran premio que pasa veo más complicado que el asturiano pueda alcanzar su objetivo esta temporada, que no debía ser otro que recuperar la corona que cedió en 2007.

Cuando Fernando sale bien, se aplica a fondo vuelta a vuelta, no sufre incidentes e incluso tiene algo de suerte (como que Massa se quede sin gasolina) ni siquiera puede llegar al podio. Mal asunto. Sobre todo porque ahora mismo no se vislumbra en el horizonte por dónde podría llegar una evolución de Renault tan significativa como para que la situación diera el giro necesario. Debemos ser realistas y admitir que este Mundial se ha puesto muy cuesta arriba para el español cuando sólo se han disputado cinco de sus pruebas. Su déficit respecto al líder Button supera ya la treintena de puntos, es decir, nada menos que tres victorias. Aunque su coche mejorase, si los de arriba no fallan Alonso va a tener muy difícil remontar el vuelo. No es que quiera rendirme antes de tiempo, pero sí que prefiero ir haciéndome a la idea de que éste puede ser otro año en blanco. Así el disgusto será más llevadero...