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Jenson, un protagonista inesperado

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Desde que se inició el milagro de BrawnGP, el análisis que Carlos Miquel me hacía de la situación era que el nuevo equipo, resurgido de las cenizas de Honda, tenía un coche para ganar el Campeonato del Mundo. Yo le decía que no, que era imposible y que los resultados de sus pilotos durante la pretemporada eran tan sólo un golpe de efecto para atraer la atención mediática y los patrocinadores. Obviamente, me equivocaba y era nuestro especialista en Fórmula 1 (que para eso lo es) quien estaba en lo cierto. Ahora Button es el líder de la clasificación provisional y además ejerce con solvencia. Los suyos no son privilegios circunstanciales o fruto de una casualidad, sino la consecuencia del trabajo bien hecho y del acierto en el desarrollo del monoplaza.

Si el británico es capaz de mantener el tipo algunas carreras más, su candidatura al título será muy sólida. Porque aunque sus competidores estén en proceso de recuperar parte de lo perdido, Button puede llegar a sacarles vuelta a golpe de victoria o de podio. Quiero decir que quizá consiga la ventaja suficiente para administrarla en la segunda mitad del año, por mucho que los demás se empeñen en echarle el guante. Si así fuera me alegraría por él, porque es uno de esos tipos de la F-1 que me cae bien; sin embargo, reconozco que por otra parte me parecería un despropósito. No es de recibo que un equipo al borde de la desaparición se convierta en intocable de la noche al día por las lagunas de un reglamento. No digo que BrawnGP no tenga derecho a ganar, pero no de esta manera