La calidad firma la Champions
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La Liga ha marcado a fuego una línea de separación entre el Barcelona, Madrid y el resto. Hasta el equipo de Juande, muy inferior al Barça, ha tomado una ventaja asombrosa con sus perseguidores. Villarreal y Sevilla, aspirantes a todo a priori, firmaron un partido decepcionante. La lucha por el tercer puesto dejó un sabor a mortadela con aceitunas. Un partido pobre, insignificante, sin chispa, sin espectáculo, aburrido. Dos golpes aislados de Kanouté y Luis Fabiano sirvieron a los sevillistas para confirmarse en el tercer puesto, cortar la sangría de malos resultados y salvar la cabeza del sentenciado Manolo Jiménez.
No hace falta tener una mente privilegiada para entender que Luis Fabiano tiene que actuar siempre en este Sevilla, que sólo juega a explotar la inspiración de los atacantes. Ni ser un genio del banquillo para saber que es un delito no apostar siempre por una de las parejas de delanteros más letales de Europa. El Sevilla abandonó el buen fútbol hace tiempo y se entregó a la calidad de estos dos devoradores. Jiménez tendrá que pedir al club, no a los periodistas, la explicación que le aclare los motivos por los que duda de su continuidad. La Prensa ya los ha dado.



