No se discute a la hinchada
Si han silbado más de la cuenta y si no han celebrado los goles ante el Sporting como en anteriores ocasiones, que apechuguen y tomen buena nota, jugadores y directivos. En el momento de dudas e indefinición que vivimos, la única certeza que atesora en estos momentos este club, es la afición. Una afición que siempre ha estado ahí, que no ha desertado jamás a pesar del cúmulo de despropósitos que ha caracterizado la trayectoria del club en los últimos veinte años y que se merece el mayor de los respetos. El cabreo exteriorizado del pasado domingo está más que justificado. Y lo está porque es difícil, por no decir imposible, mostrarse indiferente ante la falta de dignidad, poca profesionalidad y absoluta ausencia de compromiso de la que hicieron gala los pseudojugadores en uno de los encuentros más nefastos, que recuerdo, el que disputamos en el Sardinero ante el Racing el pasado jueves.
Creo, sinceramente, que demasiado civilizada y, a pesar de todo, entregada, se muestra la afición. Demasiada paciencia tenemos al ver vestidos con una camiseta que no se merecen lucir puesta los nefastos Pablo, Perea, Seitaridis, Ujfalusi, Assunçao, Maniche, Raúl García y compañía. Por decoro y por decencia torera, toda esta tropa, de la que únicamente se salvan Maxi, Agüero y por supuesto, Simao y Forlán, tienen que echar el resto, acabar en Champions y hacer las maletas. Son malos de solemnidad y no tienen categoría para estar en un equipo que no ha hecho sino proyectarlos sin que ellos hayan dado nada a cambio.