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Esto es el poder del patito feo

No conozco mejor estimulante para un futbolista que faltarle al respeto. A fuerza de decir que en el Barça juegan al fútbol como los ángeles, los del Madrid se han sentido menospreciados. 'Seremos unos tuercebotas pero vamos a sacar a cañonazos del campo a los rivales', han pensado. Tan picados están, que hasta disimulan las fracturas que existen en el vestuario. La guinda ha sido ponerles al frente a un entrenador de perfil bajo, entendiendo como tal a un Juande que no se mete en líos, que calla más de lo que dice a la Prensa y que es muy ambicioso, cuando no egoísta.

En esa conjura nada necia han tomado la bandera todos los pesos pesados, desde Iker a Raúl. Cada uno a su manera. El portero haciendo la labor sorda con los más desamparados y el delantero aceptando el protagonismo de batir récords y su condición de leyenda. El resto acatan órdenes sin rechistar, arrastrados por los incontestables números. Poco importa la revolución que está por llegar con el proceso electoral y las futuras incorporaciones. Ahora pelean por ellos, por su prestigio, por dejar de ser el patito feo que aplaude resignado lo bien que lo hace el rival. Ese estado emocional hace peligroso al Madrid. Y ahora más, porque remar para morir en la orilla no tendría sentido. Lo conseguido ya es una victoria.