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Alonso tropieza en la misma piedra

Actualizado a

Me proclamo como defensor a ultranza de Fernando Alonso. Y no necesito demostrarlo, porque ahí están las páginas de As para refrendarlo. Lo hago con convencimiento, considero que a un piloto de su talento excepcional se le deben perdonar pecados veniales: que si no es demasiado simpático, que si no acierta con sus declaraciones, que si es un desagradecido... Creo que a menudo somos demasiados severos con sus actitudes y reacciones, pero también entiendo que se trata de un tributo inevitable para un personaje público de su calado casi universal. Sin embargo, también soy de los que piensan que de los errores se debe aprender, una buena costumbre que no sólo nos ayuda a no volver a cometerlos sino también a ser mejores personas.

Pero Alonso se olvida en ocasiones de tal premisa. Lo hizo ayer dándole una respuesta inoportuna e impertinente a la periodista de televisión que le preguntaba por su resultado de la calificación. "Hay que fijarse menos en mi cara e intentar dar mejor la información", fueron sus palabras. Ni venía a cuento, ni tenía sentido, ni le ayuda para nada a mejorar una imagen que, no nos engañemos, es menos favorable de lo que debiera en un bicampeón mundial de Fórmula 1. No pretendo darle más importancia a algo que podría considerarse una anécdota, de un arrebato inesperado. Pero me duele que Fernando le otorgue nuevos argumentos a sus detractores, que toda la grandeza de su calidad en la pista se vea salpicada por actitudes perfectamente evitables. No soy nadie para darle consejos, pero yo pensaría en ello con calma...